LA
SEXUALIDAD. DEFINICIÓN, TÉRMINOS QUE LA INTEGRAN Y PARTICIPACIÓN DE COLECTIVOS
LGTBQIA+ EN SU DESARROLLO.
El objetivo de este
ensayo consistirá en intentar aportar una definición de sexualidad, así como de
los términos que la integran intentando desglosar cada uno de ellos. De esta
manera, se pretende ver cómo ha evolucionado el término, cómo se ha pretendido
visibilizar otros aspectos del mismo término y, mediante entrevistas, intentar
percibir tanto el conocimiento como importancia de estos términos en la
sociedad. También, en la medida de lo posible, se intentará contemplar la
manera en la que los colectivos LGTBQIA+ participan a la hora de desarrollar
diferentes términos de la sexualidad.
“La
sexualidad no debe pensarse como un tipo de hecho natural que el poder trata de
mantener controlado, ni como un dominio oscuro que el conocimiento trata de
descubrir gradualmente. Es el nombre que puede darse a un constructo histórico”[1].
Foucault
debemos considerar que, ante el tema de la sexualidad era un historiador que
influyó en gran manera en trabajos y estudios posteriores a él, puesto que
buscaba una definición de este término desde una perspectiva histórica llegando
a la conclusión de que se trataba de una relación de diversos elementos, de
prácticas y de algunas actitudes con un determinado significado que encontraban
sus raíces en un pasado anterior a la cristiandad pero que se elabora desde la
modernidad. Aun así, lo que nos queda claro es que la sexualidad como tal, es
un concepto construido socialmente. Pero debo destacar una pregunta que se hace
Jeffrey Weeks, pues ante la realidad de que la sexualidad es algo que se ha
definido y construido por la sociedad y como una consecuencia de diferentes
elementos históricos y culturales, ¿cabría la posibilidad de cambiarla?[2]
Me tomaré el lujo de no responder a esta pregunta y que cada uno piense en
ella.
El primer objetivo de
este ensayo era la pretensión (egoísta o utópica) de aportar una definición del
concepto de sexualidad, sin embargo, realizar esta tarea resulta demasiado
complicado. No resulta complicado porque no tenga suficiente vocabulario como
para realizar una, sino porque es un concepto que puede tener diferentes
enfoques dependiendo de la ciencia que empleemos. La autora mencionada anteriormente,
Jeffrey Weeks, la define como “un
resultado de distintas prácticas sociales que dan significado a las actividades
humanas, de definiciones sociales y autodefiniciones, de luchas entre quienes
tienen el poder para definir y reglamentar contra quienes se resisten. La
sexualidad no es un hecho dado, es un producto de negociación, lucha y acción
humanas”.[3]
¿Quiere esto decir que ésta es la única y verdadera definición de lo que es la
sexualidad? En absoluto. Pero tampoco podemos decir que esté equivocada, sino
que es una de entre muchas definiciones que se pueden aportar de este término
debido a lo explicado antes, depende de la ciencia empleada para entender este
concepto. Pero también depende de la sociedad misma, que puede tener una
apreciación totalmente diferente a cerca de este concepto. Y ni los estudiosos
tienen la verdad absoluta ni la sociedad se equivoca ni siempre acierta.
Si comparamos la
definición de la autora con la de la RAE, encontramos una gran diferencia. La
RAE aporta dos acepciones. La primera sería “conjunto
de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”,
mientras que la segunda sería “apetito
sexual, propensión al placer carnal”.[4]
Por otro lado, tenemos a
los colectivos LGTB, que tras intentar consultar diversas páginas de este tipo
de colectivos no he encontrado ninguna donde aportaran una definición de lo que
es la sexualidad. Sin embargo, la sociedad no se mantiene callada ante tal
concepto aportando múltiples y diversas definiciones, tal y como podemos
contemplar en las entrevistas del anexo.
La Wikipedia, esa
plataforma de conocimiento editada por la sociedad, nos aporta la siguiente
definición de sexualidad: “La sexualidad es el conjunto de
condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan
el sexo de cada individuo. También, desde el punto de vista histórico cultural,
es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a
la búsqueda del placer sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en
todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo.”[5]
Se puede entender que esta definición está elaborada por toda la gente que ha
editado el artículo dedicado a la cuestión de la sexualidad, pero entonces
tendríamos que preguntarnos por qué los entrevistados no han coincidido con la
definición aportada por esta plataforma.
¿La definición de la
sexualidad ha evolucionado? ¿Los encuestados no saben realmente cómo definirla?
¿Los estudiosos se sobre esfuerzan en aportar una definición que resulta
socialmente inadecuada? Personalmente, prefiero pensar que ninguno tiene razón,
pero que todas las definiciones son válidas, porque al ser el término una
construcción social, debería ser también cada uno quien, desde sus propios
conocimientos y experiencias, pudiera aportar una definición personal de lo que
para sí mismo es la sexualidad, de manera que aunque para cada uno significara
una cosa distinta, se ajustaría a las condiciones individuales. Sin embargo,
también considero positivo disponer de una definición lo más amplia y objetiva
posible como referencia, para poder saciar el ansia de conocimiento o resolver
la duda de la sociedad.
Tras habernos aproximado
al concepto de sexualidad, es importante destacar los elementos que se integran
aquí. Personalmente, prefiero destacar los elementos de orientación sexual,
identidad de género y orientación sexual, pues considero que realizando una
visión crítica y personal por parte de cada uno dentro de cada uno de estos
elementos, puede definir su propia sexualidad. Dentro de cada uno de estos
elementos encontramos clasificaciones o categorías, entendidas incluso como “etiquetas”
por una parte de la sociedad, bajo las que las personas pueden clasificarse o
identificarse según sus condiciones personales, de manera que encuentre un
reconocimiento social de sus sentimientos.
Adentrándonos ahora en la
orientación sexual, debemos también primero hacer una aproximación al concepto.
Y nuevamente me veo en la obligación de traer varias definiciones para hacer
una comparación y poder ver, así, cómo nuevamente nos encontramos ante un
término difícilmente definible.
En REV SOGIA encontramos
la siguiente definición a este término: “Es
la dirección de los intereses eróticos hacia otras personas. Al hablar de
atracción sexual se refiere a un patrón de excitación física e interés
emocional o romántico y sexual que involucra fantasías, imaginación y sueños de
contenido sexual o erótico.”[6]
De esta definición se puede entender que lo importante son factores internos de
la persona, pues nacen en él unos impulsos a partir de un factor externo, como
son las personas ajenas a uno mismo. Sería criticable no apreciar la
afectividad, puesto que los sentimientos son un factor importante.
De la Fundación Triángulo
podemos extraer otra definición de orientación sexual, donde aquí sí que nos
indica tanto la atracción afectiva como la sexual como elementos de la
orientación sexual que nos llevan a la atracción por otra persona.[7]
El problema que presenta la Fundación Triángulo es que después sólo distingue
tres tipos de orientaciones sexuales, cuando en verdad hay una lista un tanto
más extensa.
Desde la plataforma AVEN,
nos dicen que la orientación sexual sólo describe lo que es la atracción sexual
de las personas, debiendo entenderla de manera separada a la orientación
romántica o cualquier otro tipo de atracción, ya que son cuestiones diferentes
unas de otras.[8]
Esta separación de términos es importante, pero considero escasa la definición,
puesto que no describe lo que sería la atracción sexual, elemento necesario
para entender la orientación sexual.
De esta manera, podemos
concluir que lo importante para entender la orientación sexual seria la
presencia de atracción sexual, es decir, un sentimiento de interés como factor
externo ante un estímulo externo, como sería lo que percibimos en otras
personas y nos despierta unas reacciones físicas o psicológicas. Sin embargo
dije que existía una clasificación dentro de estos elementos de la sexualidad,
así que intentaré dedicar unas pocas palabras a diversas orientaciones sexuales
para no extenderme en demasía.
En primer lugar, me veo
en la obligación de definir la orientación sexual más conocida en el mundo,
como es la heterosexualidad. La heterosexualidad es la atracción de tipo sexual
hacia personas del sexo opuesto. Debemos entender esta atracción hacia personas
del sexo opuesto con la limitación a dos sexos, el masculino y el femenino, o
lo que sería lo mismo, los géneros binarios. La heterosexualidad ha sido
entendida durante un gran periodo de la historia como la única sexualidad
válida y “correcta” en la sociedad, de manera que se censuraba cualquier otra orientación
que fuera diferente a la heterosexualidad, naciendo así el heterosexismo,
entendiendo como tal un sistema de tipo ideológico que se centra en la
negación, denigración y estigmatización de toda aquella conducta, relación,
identidad o comunidad de personas que sea diferente a la sociedad heterosexual.[9]
El heterosexismo sería sinónimo de heteronormalidad o heteronormalización, pues
todas implican una creencia de superioridad de la orientación heterosexual
frente al resto de orientaciones sexuales.[10]
Para plasmar la violencia ejercida a otras orientaciones sexuales, diferentes
personas han grabado cortometrajes de temática LGTB dándole la vuelta a la
realidad social actual donde lo normal fuese la homosexualidad y lo perseguido
la heterosexualidad[11],
cortometrajes donde directamente muestran el peligro real en la sociedad actual
de estas actitudes, y hasta idealizaciones donde conviven perfectamente todas
las orientaciones sexuales para finalmente contrastarlo con imágenes de la
realidad.
Adentrándonos ahora en la
homosexualidad, debe ser definida como la atracción de tipo sexual hacia
personas del mismo sexo. Es por esto que la pregunta que se me plantea es si
también se considera homosexualidad la atracción hacia personas del mismo
género, duda que no contemplo resuelta ni en artículos o trabajos de
investigación, ni en páginas de grupos LGTB y mucho menos en Internet. Sin
embargo, personalmente yo opino que se ajustaría este término únicamente al
sexo, puesto que se podría dar el caso de que en una pareja homosexual una de
las personas es de género fluido y, por tanto, seguiría siendo una pareja
homosexual. De lo contrario, serían pareja de difícil determinación por la
condición de género de una de las personas.
El siguiente término
sería la bisexualidad, que consistiría en la atracción de tipo sexual hacia
personas de ambos sexos, según definiciones convencionales. Volvería yo aquí a
tener la misma duda de antes, si se centra sólo en el sexo y por tanto en los
sexos binarios o si se podría aplicar también en géneros, porque si se aplica
en géneros debería aclarar cada persona de manera individual por qué dos
géneros (de entre los binarios y no binarios) se siente atraído. Encontraríamos
por tanto serios problemas para tomar una definición clara de este término. Sin
embargo, al mirar en la plataforma AVEN, se nos ofrece la siguiente definición:
“Atracción sexual hacia personas de sexo
y género femenino y de sexo y género masculino, ambos cisgénero.”[12]
Esta definición sería demasiado criticable, puesto que en la relación bisexual
el género de la persona no tiene por qué ser influyente, dando a mostrar aquí a
los bisexuales como puros discriminadores. Además, aunque en cierta forma se
podría entender que aclara qué géneros son los tenidos en cuenta en la bisexualidad,
se me plantea un problema con los intersexuales, pues presentan ambos sexos y
no uno de manera total. También cabe precisar que la atracción por ambos sexos
no tiene por qué darse en una proporcionalidad perfecta (50% y 50%) para que la
persona sea considerada bisexual, sino que es indiferente el grado de atracción
por cada tipo hacia el que la sienta (puede ser 20% y 80%; 45% y 55%,…).
Pasando ahora a la
pansexualidad, vendría a definirse como la atracción sexual hacia cualquier
género y sexo. Es decir, que el género y sexo para estas personas es
indiferente para poder sentir una atracción sexual. Suele pensarse que la
bisexualidad y la pansexualidad son lo mismo, pero si atendemos a que en la
bisexualidad sólo hay cabida para dos tipos, la pansexualidad sería entonces
más amplia. Pero no por ello los bisexuales deben tener alguna fobia o ejercer
alguna discriminación hacia el resto de sexos y géneros, puesto que si
entendemos esto, los heterosexuales y homosexuales serían más fóbicos que los
bisexuales pero sin embargo están felizmente aceptados y valorados. Los
bisexuales también son considerados omnisexuales.
En cuanto a la
demisexualidad, se entiende por tal la atracción sexual hacia personas con las
que se ha creado un vínculo afectivo fuerte, como en la amistad. De esta
sexualidad se podría entender que la atracción sexual empieza a nacer a partir
del momento que empieza a crearse un vínculo afectivo, pero sin embargo también
entran en juego las preferencias sexuales por género y sexo, no por la simple
existencia de dicho vínculo afectivo ya se tiene esa atracción sexual.
Pasando a la
reciprosexualidad, hace referencia a la atracción sexual hacia personas de las
que se tiene el conocimiento de que sienten atracción sexual hacia el primero.
Pero esto no es lo único necesario, pues dándose A no se da B necesariamente,
puesto que vuelven a entrar en juego las preferencias sexuales del reciprosexual.
La antrosexualidad
vendría a ser un término que recogería a todas aquellas personas las cuales
desconocen cuál es su orientación sexual. A pesar de ello, pueden tener
relaciones amorosas con otras personas siendo indiferente el género o el sexo.
Finalmente, de entre las
orientaciones que definiré (puesto que en esta categoría se pueden incluir
numerosas orientaciones más), encontramos la asexualidad. Esta orientación
implica la ausencia de atracción sexual. Sin embargo, sí que pueden sentir una
atracción romántica y que puede dirigirse hacia cualquier sexo o género[13].
Sin embargo, cabe destacar que entre los asexuales hay quienes pueden tolerar
relaciones sexuales a pesar de tener ausente esa atracción sexual. Esto es
porque aunque no tienen atracción sexual, sí que tienen apetito sexual. Esto,
para las parejas de las personas asexuales (que no son asexuales) puede
llevarles a cierto agobio. Entre los asexuales, acordaron una clasificación[14]
por letras, de manera que los asexuales de tipo A serían los que son capaces de
tener apetito sexual, pero no tienen atracción romántica; los de tipo B serían
lo opuesto, apetito sexual no tendrían, pero sí atracción romántica; los de
tipo C tienen ambos; finalmente los de tipo D no tienen ni apetito sexual ni
atracción romántica. La asexualidad ha sido, durante mucho más tiempo que la
homosexualidad, una orientación discriminada, incluso por colectivos LGTB, ante
la difícil comprensión de la incapacidad de sentir atracción sexual por una
persona. Han sido objeto de numerosas burlas e insultos por ello mismo, puesto
que la mayor parte de la sociedad asocia el apetito sexual con la atracción
sexual.
Me veo en la obligación
de expresar mi desacuerdo con muchos colectivos LGTB que sólo definen, entre
sus documentos, lo que son la heterosexualidad, la homosexualidad, la
bisexualidad y, muy pocos grupos, la asexualidad. No llegan a adentrarse en
subcategorías o categorías diferentes a alguna de estas cuatro mencionadas, de
manera que tampoco se podría afirmar que realicen una buena labor de
visibilizarían de diferentes y nuevas orientaciones sexuales. Casi parecería
que algunos son grupos elitistas (en el sentido de que sólo se aceptan las
orientaciones mayoritarias o más aceptadas dentro de la sociedad) con
dificultad para aceptar nuevos términos.
Quiero también destacar
que algunos periódicos fardan de cumplir con la labor de visibilizar colectivos
de orientaciones menos reconocidas, sin embargo en su mayor parte lo hacen con
un todo de burla o satírico incluyendo orientaciones que se inventan logrando
con ello un mayor rechazo por parte de la sociedad hacia las personas de
diferente orientación sexual por “llegar a extremos tan estúpidos e
incoherentes”. Así, podemos encontrar la “sapiosexualidad” definiéndose como la
atracción sexual hacia personas con un cociente intelectual más elevado que la
velocidad máxima permitida en autovías y la “lumbersexualidad”, es decir,
atracción sexual hacia personas con apariencia de leñador (la típica de las
películas americanas del hombre fornido, con barba, camisa de cuadros y peludo)[15].
Ahora, por necesidad de
entender mejor la clasificación anterior, considero imprescindible entrar ahora
en el terreno de la identidad de género, que ha sido una cuestión muy
relacionada a los roles de género. Electra González nos aporta la siguiente
definición de identidad de género: “Es el reconocimiento internalizado de uno
mismo de que se es hombre o mujer”[16].
Sin embargo, muestra diferencia con la definición que aporta de rol de género:
“Es la expresión conductual de masculinidad o femineidad. Puede variar entre
cultura y cultura”[17].
La diferencia entre ambos conceptos aquí se podría contemplar en que para la
identidad de género se hace referencia a factores internos, mientras que en
para el rol de género, se centra más en la exteriorización de la identidad de
género mediante conductas. Sin embargo, en estas definiciones se está
realizando una clara exclusión de los géneros no binarios. Mirando otras
definiciones de identidad de género, volvemos a encontrar este problema: “La identidad de género es la
autoclasificación como hombre o mujer sobre la base de lo que culturalmente se
entiende por hombre o mujer. Es el conjunto de sentimientos y pensamientos que
tiene una persona en cuanto miembro de una categoría de género”[18].
Y es que resulta que la identidad de género es algo demasiado personal, algo
que sólo uno mismo debería ser capaz de determinarla, pero hay que plantearse
qué ocurre con las personas que no se sientan ni hombre ni mujer.
¿Por no ubicarse en
ninguno de los géneros binarios ya tiene un trastorno? ¿Es sólo una tontería de
la persona o que reprime su verdadero género binario? Obviamente no, existen
los géneros no binarios, que se entienden como cualquier otra que no sea la
cisgénero, es decir, la que se corresponde con alguno de los géneros binarios
de masculino y femenino. A veces esto de género no binario se llama también
genderqueer, pero no debe confundirse con el término Queer, pues este último
término recoge todas las minorías de orientaciones sexuales no clasificadas en
las mencionadas más arriba. Tristemente, debo decir que la definición de la
Wikipedia sería una de las definiciones sobre la identidad de género más
correctas de entre los documentos manejados para la realización de este ensayo.
Describiría este término como la percepción que cada uno tiene de sí en
relación al sentimiento relacionado con el género sin tener en consideración
factores físicos o biológicos[19].
Pasando ahora a la clasificación de las diferentes identidades de género,
destacaré sólo una pequeña cantidad de ellas por el mismo motivo que en las
orientaciones sexuales, no extenderme más de lo necesario para dejar claro la
diversidad de la que se compone este término.
Al igual que sucedió con
la heterosexualidad, que fue definida en primer lugar por haber sido lo más
socialmente aceptado, lo primero que será definido aquí será la identidad
cisgénero, que se interpreta como la identidad de la persona con el mismo
género que el sexo biológico. Es decir, que ante unos genitales de mujer, la
identidad de género sería femenina mientras que si son de hombre, la identidad
de género sería masculina. También se ha llegado a apreciar una cisnormatividad
por la que personas se han visto presionadas socialmente a tener que aceptar su
género biológico como su identidad de género a pesar de que internamente no se
sentían así, porque como dije antes, el género es una cuestión muy personal;
solamente yo puedo saber cómo me siento y por eso solamente yo puedo definir mi
propio género.
Pasamos ahora con la
identidad transgénero, que es como una categoría paraguas en la que se pueden
recoger todas aquellas personas que no se identifican con el género asignado al
nacer. Se suele decir que estas personas padecen disforia de género, pero
utilizar la palabra “padece” crea la sensación de que estas personas tienen una
patología que debe ser curada. Los transgéneros han luchado arduamente por
eliminar esas apreciaciones, puesto que no tienen ninguna enfermedad y lo que
sienten es más normal de lo que la sociedad a veces piensa, pues al resultar
complicado entender ciertas ideas o conceptos, parece una solución fácil
catalogarlo como enfermedad o falacia creada para influenciar negativamente.
Podemos encontrar también
otras identidades de género ya definidas, como en el caso del género neutro,
que no debe confundirse con la identidad agénero. La primera haría referencia
al sentimiento de tener un género, pero que éste no fuese ni masculino ni
femenino, es decir, que no fuese binario. Sin embargo, el agénero es el que no
se siente identificado con ninguna identidad de género, pues entiende que
directamente no tiene género. Estaría, por tanto, fuera de esta clasificación.
Por otro lado encontramos
a los intergénero, que estos sí que sienten tener un solo género, pero que se
situaría entre los dos géneros binarios. Es una identidad que se emplea
mayormente sólo para intersexuales, por su condición biológica, de manera que
el resto quedarían excluidos.
Otras tres identidades
que pueden tener conflicto entre ellas son la de género fluido, bigénero y
poligénero. El género fluido se refiere a la persona cuyo género fluye entre
dos o más géneros, binarios o no, siguiendo de lo normal unos patrones o
alternándose por factores concretos. Sin embargo, el bigénero se siente de dos
géneros a la vez, que no tienen por qué ser binarios, aunque también se puede
entender que se sienta de dos géneros de forma alterna, pero no por las causas
del género fluido. Finalmente, el poligénero se correspondería con la persona
que se identifica con más de dos identidades en el espectro de identidades de
género.
También quería resaltar
dos identidades que no deberían emplearse, puesto que en verdad son apropiación
de otras culturas dotando a los términos de significados diferentes. Son el de
pangénero y el de tercer género. Pangénero, como se puede deducir, haría
referencia a la persona que incluye en sí misma todos los géneros del espectro,
de manera indiferente, pero el término de origen no se corresponde con esta
definición aquí aportada, que es como la sociedad occidental así lo entiende.
Tercer género se dice de la persona que siente que su género es otro del
asignado al nacer. Vendría por tanto a significar lo mismo que transgénero,
pero lo cierto es que este término de tercer género proviene de otras culturas
en las que hay personas que se sienten de un género pero se muestran
preocupadas por exteriorizar en su imagen, comportamiento y carácter que son
del género opuesto.
Tristemente debo decir
que las asociaciones LGTB que he consultado no disponen de ninguna información
sobre la identidad de género. Casi no extrañaría si tenemos en cuenta que sólo
aprecian la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad, limitándose
demasiado en el espectro sexual. Casi parecerían grupos elitistas (en el
sentido de que sólo miran por el bien de las orientaciones más normalizadas y
visibilizadas) que aportan la información que les interesa. Quizá haya alguna
asociación que contemple más orientaciones sexuales y explique la identidad de
género, pero yo por desgracia no he tenido tal suerte.
Adentrándonos ahora en el
término de la orientación romántica, que es relativamente nuevo (como de hace
cinco años o cosa así), se debe decir de él que nació por iniciativa de los
asexuales, por la necesidad de diferenciar la atracción sexual de la atracción
sentimental y así dar a entender mejor su orientación. Esta diferenciación la
considero positiva, más allá de porque aclare la asexualidad, porque también
permite entender la posibilidad de las personas de poder mantener relaciones
sexuales sin atracción sentimental, pero sí por atracción sexual. Es bien
sabido que esto sucede en la sociedad, sobre todo en la juventud, pero sin
diferenciar estos términos que aquí se vienen a explicar. El término de
orientación romántica se definiría, por tanto, como la atracción de tipo
sentimental hacia otra persona con posibilidad de mantener una relación
sentimental o llegar a enamorarse. Y como en los anteriores términos, en la
orientación romántica también encontramos una clasificación por orientaciones.
La primera, por mantener
la costumbre y modelo de los anteriores conceptos, será la heterorromántica. Es
la orientación sexual que implica una atracción sentimental y posibilidad de
enamorarse de una persona de diferente sexo. Nuevamente se me podría plantear
la duda de si solamente haría referencia al sexo o al género, pero
personalmente considero que estos términos en su momento estaban orientados
principalmente a los sexos, y que intentar incluir en sus definiciones el
género implicaría un replanteamiento de la definición.
El homorromanticismo se
correspondería con la atracción de tipo sentimental hacia una persona del mismo
sexo con posibilidad de un enamoramiento. Nuevamente me gustaría aclarar que
este término también sólo contempla el sexo y no el género; serán otros
términos, más modernos que estos, los que empezarán a incluir el género en sus
definiciones sin crear complicación para su concreción.
Nos encontraríamos
también el birromanticismo, que como parece obvio, sería la atracción
sentimental que surge en una persona hacia cualquiera de los sexos binarios.
Aquí sí cabría plantearse si el género tendría cabida, pero es una cuestión que
considero debe aclarar cada persona de manera individual y personal.
En cuanto a las personas
panrománticas, debemos aclarar que esa atracción sentimental se podría dar
hacia cualquier persona del espectro sexual. Se suele decir que la diferencia
entre el panromanticismo y el birromanticismo es que los segundos sólo se
centran en los géneros binarios, pero yo considero que eso depende de la
persona y que cada uno debería ser quien determinara sus propios gustos, viendo
dónde se adecuarían mejor.
Finalmente encontramos el
arromanticismo, que como podemos suponer, representa las personas que no llegan
a sentir esta atracción romántica hacia ninguna persona, pero también se pueden
incluir las personas que no quieren tampoco sentir esta atracción. Dentro de
esta categoría se podrían encontrar también subcategorías de las que sólo
quiero destacar una que considero bastante llamativa, como es la orientación
“litho-romántica”. Esta orientación se refiere a las personas que sienten una
atracción romántica hacia una persona, pero cuando dicha atracción se vuelve
recíproca, la atracción del primero termina y puede llegar a resultarle
angustioso el hecho de atraer románticamente a otra persona.
Qué decir de las
asociaciones LGTB sobre la participación en estos términos. Si no encontramos
nada en ellas sobre la identidad de género, de la orientación romántica creo
que no hace falta decir que no hay tampoco nada. Vuelvo a aclarar que en las
asociaciones que yo he consultado, porque quizá alguien puede encontrar por
suerte alguna que las considere. Y estos hablando de asociaciones, de esas
instituciones que recoge la ley como grupos de personas con unos estatutos, una
carta fundacional y unos intereses comunes. Aclaro, porque lo que sí es posible
encontrar son grupos de gente actuando de manera independiente a estas
asociaciones, que se encargan de formarse entre ellos, debatir y discutir
términos que luego llegan a la sociedad. Sería entonces la sociedad quien
creara y promoviera la utilización y visibilización de términos y minorías, no
asociaciones LGTB. Y la verdad es que yo tuve una “mala” experiencia con dos
asociaciones, puesto que por principio de octubre me puse en contacto con ellas
por correo y no me contestaron. Y tampoco espero recibir respuesta, y eso que
sólo pedía información sobre su funcionamiento y actividades, pero si pensamos
en las personas que necesitan encontrar un sitio donde sentirse aceptados, que
quieren participar en visibilizar lo que son, que tienen energía y ánimo para
realizar lo que haga falta con tal de lograr unos objetivos para ellos
positivos… Resulta enormemente desalentador.
Pasando a un análisis de
las entrevistas, cabe decir que la mayoría (jóvenes principalmente de entre 18
y 25 años) desconocía lo que es la orientación romántica, pero algunos eran
capaces de aproximarse a lo que realmente es. Pocos admitieron no tener
conocimiento de ello. Después, es lógico que no supieran cómo clasificarse
dentro de este término. En cuanto a la identidad de género, aunque la mayoría
lo tenía claro y la definición era aproximada a la esperada, al tener que
clasificarse no acertaban tampoco con el término correcto, a pesar de que
sabían a lo que querían referirse y definían bien el término que desconocían de
entre la clasificación.
En cuanto a la
consideración de la sexualidad como tema de conversación en la sociedad, mucha
gente ha considerado que es un tema tabú. Sin embargo, debo admitir que depende
del círculo en el que nos encontremos y la relación con las personas cercanas.
Esto se debe a que la sexualidad puede ser un tema muy íntimo y personal para
algunas personas, porque cada uno vive su sexualidad a su manera. Y al igual
que en algunos círculos de amistades no se habla de política o religión por ser
temas complicados de tratar o que pueda molestar a alguno, con la sexualidad
pasa exactamente lo mismo. Cuento diferente es cuando se trata en televisión,
pues de lo normal se suele tratar desde un enfoque donde se hable con
normalidad, tratando mantener un tono neutro y evitando temas delicados, pero
los telespectadores pueden sentir cierto rechazo decidiendo tanto o cambiar de
cadena o evadirse. Estas actitudes las encontramos sobre todo en personas
mayores, que o consideran la sexualidad algo muy íntimo o por la educación que
han recibido consideran indecoroso hablar de ello.
Por otro lado, todos por
un motivo u otro consideraban positiva una enseñanza sobre sexualidad a la
sociedad. Lo mejor para la realización de esta idea sería ofrecer una educación
gratuita, para que la gente no muestre rechazo ante esa educación aunque pueda
tener un coste simbólico. En segundo lugar, debería estar adaptada para
diversas edades, de manera que a los infantes se les educara primero en valores
como el respeto o la tolerancia, y que se les mostrara diversos modelos de
familia, tanto heteroparental como homoparental, para que comprendan la
normalidad de ambos tipos. De esta forma, avanzando en edades, ir introduciendo
diversos términos, clasificaciones, ejemplos,… Pero siempre atendiendo a la
correspondiente madurez de las edades y respetando esa opcionalidad, puesto que
al igual que con la religión, pueden haber padres que no quieran educar a sus
hijos en esos valores.
Finalmente, me gustaría a
mí también responder a una pregunta de la entrevista, como es la de que si me
parecen bien las categorías que forman el concepto de sexualidad.
Personalmente, me considero un destructor del género, en el sentido de que yo
defiendo negar toda categoría relacionada con la identidad de género y eliminar
ese concepto. De esta manera, todos nos veríamos obligados a considerarnos del
género humano, cayendo así en una igualdad de género inevitable. A su vez, con
la caída del género, algunas orientaciones sexuales y románticas que se basan
en el género deberían ser replanteadas, pero como terminaría en un trabajo
inútil por la imposibilidad ante la negación del género, ambos conceptos
tenderían a caer (ya que la homosexualidad y la heterosexualidad se podrían
intentar conceptualizar con el género en vez de con el sexo y demostrar así la
inutilidad también de ambos conceptos). Una vez derribadas estas limitaciones
como son las categorías (porque no dejan de ser etiquetas, a pesar de que
ayuden a las personas a sentirse identificadas con una realidad y ver que no
están solos en el mundo), se tendería a un amor hacia las personas, ya que
basar el amor en cuanto al sexo se podría considerar una cosificación de la
persona y un enamoramiento hacia los genitales, más que hacia la persona en sí,
por lo que podría resultar insultante. Lo importante sería centrarse en que el amor
es libre, lo que se ama y lo que produce atracción sexual son las personas,
pero no generalidades de personas, sino personas concretas independientemente
de qué o cómo sean. Debería individualizarse el amor, porque aunque una persona
ahora mismo diga que es heterosexual u homosexual, no le atraen todas las
personas que su orientación determina, sino determinadas personas dentro de sus
gustos personales que, casualmente, coinciden con lo que la sociedad ha querido
entender por heterosexualidad u homosexualidad.
Dicho esto, sólo queda
decir que las asociaciones LGTB parecen haber perdido el entusiasmo que una vez
tuvieron. Actualmente la mejor forma de encontrar un lugar donde ubicarse,
conocer gente de diversas orientaciones sexuales, debatir sobre sexualidad y
educarse en ello, es formando grupos independientes de estas asociaciones LGTB.
Gracias a estos grupos tenemos ahora más desarrollados estos términos que se
han ido exponiendo, sin embargo no podemos olvidar que son construcciones
sociales y no por ello deben ser consideradas definiciones perfectas.
Todavía le queda mucho a
la sociedad por recorrer en el campo de la sexualidad, sobre todo en cuanto a
la normalización de otras orientaciones sexuales, pues a día de hoy podemos
seguir encontrándonos con actitudes discriminadoras, insultantes o incluso
ofensivas. Varios ejemplos de ello son tanto los comentarios en el enlace que
adjunté al cortometraje, donde hay gente que dice alegrarse de no ser
homosexual o alegar que otras sexualidades sólo fomentan la heterofobia, hasta
incluso diversas manifestaciones de odio por redes sociales como en Twitter,
donde durante los Juegos Olímpicos de Río se llegó a utilizar el hashtag
#GaysNoMerecenMedallas.
[1]
Michel Foucault, The History of Sexuality, I. An Introduction, trad. Robert
Hurley, Londres, Allen Lane, 1979. p. 105 [Cita y referencia extraída de Weeks,
Jeffrey. Sexualidad. Paidos Ibérica.
Pág. 27. 1998. Es un libro muy interesante, recomiendo su lectura.]
[2]
Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos
Ibérica. Pág. 28. 1998.
[3]
Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos
Ibérica. Pág. 30. 1998.
[6]
González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para
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[11]
Cortometraje Love is All You Need?,
de Wingspan Pictures, escrito por Kim Rocco Shields y David Tillman. [Para
visualizarlo, adjunto enlace a YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=f9jIC0MFNtM]
[13]
Lugones Botell, Miguel y Ramírez Bermúdez, Marieta. Asexualidad: la cuarta dimensión sexual. Revista Cubana de Medicina
General Integra. Núm.31. Pág. 250. 2015.
[14]
Lugones Botell, Miguel y Ramírez Bermúdez, Marieta. Asexualidad: la cuarta dimensión sexual. Revista Cubana de Medicina
General Integra. Núm.31. Pág. 251. 2015.
[15]
Otero, Miqui. “Demisexual”,
“sapiosexual”… Cómo Internet ha liberado la sexualidad. El País. 15 de
diciembre de 2014. Enlace:
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[16]
González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para
la atención de adolescentes. REV SOGIA. Núm. 11. Pág. 70. 2004.
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González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para
la atención de adolescentes. REV SOGIA. Núm. 11. Pág. 71. 2004.
[18]
García-Levia, Patricia. Identidad de
género: Modelos explicativos. Escritos de Psicología. Núm. 7. Pág. 73.
2005.
[19]
Definición reinterpretada de la Wikipedia, extraída de este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Identidad_de_g%C3%A9nero#Identidades_de_g.C3.A9nero