martes, 14 de febrero de 2017

Especial San Valentín


¿Qué hora será? Ya es demasiado tarde para seguir despierto, pero la luz de la mesita está aún encendida. Quiero continuar durmiendo, pero algo parece haber roto mi frágil descanso.

-Oye, amor, ¿sigues con el teléfono? Son ya las seis de la mañana, tendrás que descansar un poco o algo… -Le pregunto, aún con los ojos cerrados.

-Sí. Pero termino dentro de poco, tú descansa. -Me acaricia el pelo mientras sigue sumergido en la pantalla de su teléfono.

Me giro para ponerme bocarriba y entreabro muy ligeramente los ojos. -¿Podrías darme otro beso? El de “buenas noches” se me ha gastado. Además me he despertado y necesito otro para volverme a dormir.

Sin decir nada, se inclina levemente y funde sus labios con los míos. Quizá a estas horas de la mañana le interese más el teléfono, pero lo que no puedo negar es que siempre besa con la misma pasión. Me vuelvo a girar para dormirme y siento cómo me arropa con la sábana. Pronto el sueño acabaría arrastrándome a mundos alejados de la realidad que al despertar no recordaría.



No sé cómo lo consigue que siempre que dormimos juntos nos levantamos para comer. Obviamente, yo me despierto siempre antes, porque el teléfono consigue que se acueste más tarde que yo. Por otro lado, sin dormir a su lado duermo peor, ya lo tengo comprobado; descanso mejor en su cama, con su olor, sabiendo que está a mi lado y abrazándole siempre que puedo, a pesar de que no se entere porque el sueño le rapte.

-Mi amor, despierta. Es hora ya de comer. -Rodeándole con el brazo, le mezo suavemente para intentar despertarle.

-Mmm… Dame una horita más. Prometo que me levanto en una hora. -Se arropa con las sábanas para que no le moleste.

Le beso la nuca y deslizo lentamente la mano bajo la camiseta, notando sus abdominales. Al instante no puedo evitar pensar en lo que sucedió anoche; otro concierto de perfecta armonía que comenzó con un “¿pero tú no estabas cansado?”, continuó con un “para ti siempre tengo tiempo y energía” y terminó con un “no se lo cuentes a nadie, pero creo que te quiero demasiado”. Vuelven a mi mente todos aquellos besos, tanto tímidos como lascivos que, con algún mordisco, liberaban sutiles gemidos que eclipsaría el colchón. Una mano traviesa, que sólo él podrá decir a dónde iba, consiguió estirarle a la vez que cerraba los puños agarrando el cabecero de la cama y aguantaba, a duras penas, que el labio inferior se liberara de la prisión de sus dientes al intentar invadirle con algo más que la lengua. Ni mi cuello acribillado ni sus extenuadas piernas sería una muestra suficiente de lo que pasó aquella noche.

-A ver, yo por mí te dejaría dormir hasta que estuvieses totalmente descansado, pero entiende que tampoco puedo dejar que te saltes más comidas a parte del desayuno… -Le susurro mientras me aguanto las ganas de continuar más allá de donde ya tengo la mano.

-Bueno, pues dame diez minutitos más. -Se gira para ponerse de cara a mí, pero sin abrir los ojos.

Mi mano ya queda en su espalda, así que tiro de él para acercarle y le beso. -Dormiremos diez minutos más juntos.



Como no podía ser de otro modo, los diez minutos se volvieron varios diez minutos. El cansancio vencería sobre el hambre, ayudado por el calor que se perdería al abandonar la protección de las sábanas y el roce de la piel. Pero estando con él, que ya íbamos en contra de las normas de una parte de la sociedad; que ya rompíamos, con nuestro capricho de querernos, el futuro de nuestros apellidos; que ya poníamos en riesgo nuestras vidas si decidíamos viajar a ciertos países del mundo por querer compartir nuestras vidas… ¿Qué más daba romper una vez más los esquemas del tiempo y retrasar una simple comida para permitirle dormir un rato más? A fin de cuentas, en este lecho somos libres de inquisiciones y dueños de una utópica libertad, inocentes espíritus entrelazados por el más potente de los sentimientos.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Un día cualquiera de mi vida.


Al fin por la mañana. A saber desde hace cuándo, pero en fin, nunca me ha importado mucho la hora cuando no tenía nada planificado. Como es costumbre, volví a quedarme hasta las cinco de la mañana haciendo exactamente lo mismo que el resto de noches: perder mi tiempo y alejar de mi mente cualquier preocupación hasta que el sueño quisiera arrastrarme de vuelta a la cama. Habrá que levantarse, ¿no?
Qué duro es salir de entre las cálidas sábanas en invierno, sabiendo que en cuanto termines de salir, nada conseguirá que tu cama recupere el calor que tanto te has esforzado por guardar dentro. Si el calor fuese lo único que hay ahí guardado… Años de vida ha sido mi cama testigo de diversos sucesos de los que yo era uno de los protagonistas. Papeles que a veces me quedaban grande, y otras veces interpretaba a la perfección. Si las sábanas pudieran hablar, se quejarían de tanto que se han visto empapadas. Las noches de estrés dando vueltas en la cama, el sudor recorriendo el cuerpo y refrescando más de lo que debía, tensión acumulada por el estrés del mañana; aquellos momentos en los que el ánimo se derrumbaba y se escapaba de mis ojos hasta la almohada sin yo haberle dado permiso; incluso aquellos momentos tan bonitos en los que compartí mi cama con aquella persona especial, abrazados, tan pegados que podíamos incluso sentir el latido del otro, aunque a veces no tan abrazados pero explorando la belleza que acabaría ensuciando a mis fieles compañeras las sábanas.
Siguiente parada, el baño. Qué mejor manera de empezar un día, que mirando lo horrendo que estás al despertarte. Pero para mi sorpresa, ya no me reconozco en el espejo. Que vale, los ojos entre marrón y verde siguen ahí, cada día perdiendo más el brillo de la mirada y vistiendo unas holgadas ojeras. La nariz con complejo de fruta, pero en vez de pepitas, puntos negros que tanto me quieren, aunque nuestro amor es imposible. La barba cada día más desaliñada, ya que la pereza me impide quitármela a pesar de que me moleste. Y finalmente unos labios que poco a poco, transmiten menos de lo que les gustaría. Quizá hoy pueda ser un buen día para ese chaval del reflejo, pero no para este cabeza loca, despistado y olvidadizo. Ni un lavado de cara conseguiría lavar mi interior, que viene a ser lo mismo que un conjunto de fuerzas en continua tensión por ver qué sentimiento dirigirá hoy mi día.
Diría que una de las ventajas de levantarse tan tarde es que no te tienes que preocupar por desayunar más o menos cantidad, pero cuando tu desayuno es directamente la comida, eres plenamente consciente de que tienes trastocado el horario de sueño. Diría que la comida es un bonito momento del día, aunque sea por el placer de la comida, algo que a mi juicio debería ser considerada maravilla mundial, pero las noticias siempre están ahí para recordarte que donde vives es en la realidad, y en la realidad no todo son arcoíris y mariposas. Nuevo caso de corrupción en el país, en otra parte del mundo un atentado, niños muertos en otro continente,… Pero oye, como positivo te ponen que un precioso animalito ha salvado a una persona. Vamos, que de todo lo anterior hay ahora que olvidarse porque oye, un animal es todo un salvador. Que tendrá su mérito, ¿pero de verdad hay que tolerar que suceda toda esta mierda en nuestro planeta? Aunque oye, si me indigno tampoco servirá de nada porque nadie me escuchará; esto es lo de siempre, alguien quejándose anónimamente, a alguno le parecerá bien, otros cientos buscarán alguna pega para estar en contra y luego pasará al olvido en pocos minutos. Y los problemas ahí; perfecto. Tocará lo habitual, evadirse para no estar todo el día de morros.
Para pasar la tarde, hoy un poco de emociones fuertes: seguir pasando apuntes. Una de mis mayores pasiones; es bien conocido que a todo estudiante le chifla pasarse tardes enteras frente a un manual preparándose unos apuntes para luego tener que aprobar un examen en el que sólo se reflejan los conocimientos retenidos gracias a la capacidad memorística. Porque el sistema educativo es el mejor del mundo, claro está. Quejarse, de todas maneras, sirve para poco; que mi preocupación actual sean los estudios no evita el futuro incierto pero bastante probable del paro. El mejor sentimiento de todo joven es verse estudiando para no llegar a nada, a pesar de aspirar muy alto, tener grandes proyectos en la cabeza o incluso grandes ideas que podrían ser interesantes de llevar a la práctica. Pero gracias a esta sociedad, si no tienes dinero ni memoria, no vas a ningún sitio.
¡Y llegó el descanso para morirme a gusto! O lo que viene a ser lo mismo, la cena. Que consiste en comer con el manual delante mientras veo algún vídeo y finjo ser productivo. Qué vida más apasionante. Menos mal que la vecina se encarga de cabrearme de vez en cuando para tener alguna emoción fuerte a lo largo del día, porque eso de poner música a todo trapo de doce a doce, no es muy de buena persona cuando ya le he dado varias veces con la escoba en el techo para que bajara el volumen.
Definitivamente, el único y mejor momento del día, es el de las buenas noches. Ver en el teléfono ese mensaje de buenas noches, deseándote dulces sueños, empezar a preguntarle a la otra persona por su día y terminar hablando hasta las tantas… Principalmente porque yo no puedo dormir y es el único momento del día en que socializo si no he tenido clases. Habrá sido un día de mierda, pero al menos sé que, si le sigo importando a una persona como para que cada día me diga unos “buenos días” y “buenas noches”, será porque tampoco lo esté haciendo tan mal. Algún día, entre noticia y noticia, apuntes y apuntes o incluso entre momentos de descanso por agotamiento, me preocuparé en averiguar aquello que tan bien hago. De todas maneras yo no seré capaz de averiguarlo; no soy capaz de reconocerme en el espejo. Así, ¿cómo pretendo encontrar mis vicios y mis virtudes?

martes, 13 de diciembre de 2016

Ensayo de Historia


LA SEXUALIDAD. DEFINICIÓN, TÉRMINOS QUE LA INTEGRAN Y PARTICIPACIÓN DE COLECTIVOS LGTBQIA+ EN SU DESARROLLO.



El objetivo de este ensayo consistirá en intentar aportar una definición de sexualidad, así como de los términos que la integran intentando desglosar cada uno de ellos. De esta manera, se pretende ver cómo ha evolucionado el término, cómo se ha pretendido visibilizar otros aspectos del mismo término y, mediante entrevistas, intentar percibir tanto el conocimiento como importancia de estos términos en la sociedad. También, en la medida de lo posible, se intentará contemplar la manera en la que los colectivos LGTBQIA+ participan a la hora de desarrollar diferentes términos de la sexualidad.



“La sexualidad no debe pensarse como un tipo de hecho natural que el poder trata de mantener controlado, ni como un dominio oscuro que el conocimiento trata de descubrir gradualmente. Es el nombre que puede darse a un constructo histórico”[1]. Foucault debemos considerar que, ante el tema de la sexualidad era un historiador que influyó en gran manera en trabajos y estudios posteriores a él, puesto que buscaba una definición de este término desde una perspectiva histórica llegando a la conclusión de que se trataba de una relación de diversos elementos, de prácticas y de algunas actitudes con un determinado significado que encontraban sus raíces en un pasado anterior a la cristiandad pero que se elabora desde la modernidad. Aun así, lo que nos queda claro es que la sexualidad como tal, es un concepto construido socialmente. Pero debo destacar una pregunta que se hace Jeffrey Weeks, pues ante la realidad de que la sexualidad es algo que se ha definido y construido por la sociedad y como una consecuencia de diferentes elementos históricos y culturales, ¿cabría la posibilidad de cambiarla?[2] Me tomaré el lujo de no responder a esta pregunta y que cada uno piense en ella.

El primer objetivo de este ensayo era la pretensión (egoísta o utópica) de aportar una definición del concepto de sexualidad, sin embargo, realizar esta tarea resulta demasiado complicado. No resulta complicado porque no tenga suficiente vocabulario como para realizar una, sino porque es un concepto que puede tener diferentes enfoques dependiendo de la ciencia que empleemos. La autora mencionada anteriormente, Jeffrey Weeks, la define como “un resultado de distintas prácticas sociales que dan significado a las actividades humanas, de definiciones sociales y autodefiniciones, de luchas entre quienes tienen el poder para definir y reglamentar contra quienes se resisten. La sexualidad no es un hecho dado, es un producto de negociación, lucha y acción humanas”.[3] ¿Quiere esto decir que ésta es la única y verdadera definición de lo que es la sexualidad? En absoluto. Pero tampoco podemos decir que esté equivocada, sino que es una de entre muchas definiciones que se pueden aportar de este término debido a lo explicado antes, depende de la ciencia empleada para entender este concepto. Pero también depende de la sociedad misma, que puede tener una apreciación totalmente diferente a cerca de este concepto. Y ni los estudiosos tienen la verdad absoluta ni la sociedad se equivoca ni siempre acierta.

Si comparamos la definición de la autora con la de la RAE, encontramos una gran diferencia. La RAE aporta dos acepciones. La primera sería “conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo”, mientras que la segunda sería “apetito sexual, propensión al placer carnal”.[4]

Por otro lado, tenemos a los colectivos LGTB, que tras intentar consultar diversas páginas de este tipo de colectivos no he encontrado ninguna donde aportaran una definición de lo que es la sexualidad. Sin embargo, la sociedad no se mantiene callada ante tal concepto aportando múltiples y diversas definiciones, tal y como podemos contemplar en las entrevistas del anexo.

La Wikipedia, esa plataforma de conocimiento editada por la sociedad, nos aporta la siguiente definición de sexualidad: “La sexualidad es el conjunto de condiciones anatómicas, fisiológicas y psicológico-afectivas que caracterizan el sexo de cada individuo. También, desde el punto de vista histórico cultural, es el conjunto de fenómenos emocionales, de conducta y de prácticas asociadas a la búsqueda del placer sexual, que marcan de manera decisiva al ser humano en todas y cada una de las fases determinantes de su desarrollo.”[5] Se puede entender que esta definición está elaborada por toda la gente que ha editado el artículo dedicado a la cuestión de la sexualidad, pero entonces tendríamos que preguntarnos por qué los entrevistados no han coincidido con la definición aportada por esta plataforma.

¿La definición de la sexualidad ha evolucionado? ¿Los encuestados no saben realmente cómo definirla? ¿Los estudiosos se sobre esfuerzan en aportar una definición que resulta socialmente inadecuada? Personalmente, prefiero pensar que ninguno tiene razón, pero que todas las definiciones son válidas, porque al ser el término una construcción social, debería ser también cada uno quien, desde sus propios conocimientos y experiencias, pudiera aportar una definición personal de lo que para sí mismo es la sexualidad, de manera que aunque para cada uno significara una cosa distinta, se ajustaría a las condiciones individuales. Sin embargo, también considero positivo disponer de una definición lo más amplia y objetiva posible como referencia, para poder saciar el ansia de conocimiento o resolver la duda de la sociedad.

Tras habernos aproximado al concepto de sexualidad, es importante destacar los elementos que se integran aquí. Personalmente, prefiero destacar los elementos de orientación sexual, identidad de género y orientación sexual, pues considero que realizando una visión crítica y personal por parte de cada uno dentro de cada uno de estos elementos, puede definir su propia sexualidad. Dentro de cada uno de estos elementos encontramos clasificaciones o categorías, entendidas incluso como “etiquetas” por una parte de la sociedad, bajo las que las personas pueden clasificarse o identificarse según sus condiciones personales, de manera que encuentre un reconocimiento social de sus sentimientos.

Adentrándonos ahora en la orientación sexual, debemos también primero hacer una aproximación al concepto. Y nuevamente me veo en la obligación de traer varias definiciones para hacer una comparación y poder ver, así, cómo nuevamente nos encontramos ante un término difícilmente definible.

En REV SOGIA encontramos la siguiente definición a este término: “Es la dirección de los intereses eróticos hacia otras personas. Al hablar de atracción sexual se refiere a un patrón de excitación física e interés emocional o romántico y sexual que involucra fantasías, imaginación y sueños de contenido sexual o erótico.”[6] De esta definición se puede entender que lo importante son factores internos de la persona, pues nacen en él unos impulsos a partir de un factor externo, como son las personas ajenas a uno mismo. Sería criticable no apreciar la afectividad, puesto que los sentimientos son un factor importante.

De la Fundación Triángulo podemos extraer otra definición de orientación sexual, donde aquí sí que nos indica tanto la atracción afectiva como la sexual como elementos de la orientación sexual que nos llevan a la atracción por otra persona.[7] El problema que presenta la Fundación Triángulo es que después sólo distingue tres tipos de orientaciones sexuales, cuando en verdad hay una lista un tanto más extensa.

Desde la plataforma AVEN, nos dicen que la orientación sexual sólo describe lo que es la atracción sexual de las personas, debiendo entenderla de manera separada a la orientación romántica o cualquier otro tipo de atracción, ya que son cuestiones diferentes unas de otras.[8] Esta separación de términos es importante, pero considero escasa la definición, puesto que no describe lo que sería la atracción sexual, elemento necesario para entender la orientación sexual.

De esta manera, podemos concluir que lo importante para entender la orientación sexual seria la presencia de atracción sexual, es decir, un sentimiento de interés como factor externo ante un estímulo externo, como sería lo que percibimos en otras personas y nos despierta unas reacciones físicas o psicológicas. Sin embargo dije que existía una clasificación dentro de estos elementos de la sexualidad, así que intentaré dedicar unas pocas palabras a diversas orientaciones sexuales para no extenderme en demasía.

En primer lugar, me veo en la obligación de definir la orientación sexual más conocida en el mundo, como es la heterosexualidad. La heterosexualidad es la atracción de tipo sexual hacia personas del sexo opuesto. Debemos entender esta atracción hacia personas del sexo opuesto con la limitación a dos sexos, el masculino y el femenino, o lo que sería lo mismo, los géneros binarios. La heterosexualidad ha sido entendida durante un gran periodo de la historia como la única sexualidad válida y “correcta” en la sociedad, de manera que se censuraba cualquier otra orientación que fuera diferente a la heterosexualidad, naciendo así el heterosexismo, entendiendo como tal un sistema de tipo ideológico que se centra en la negación, denigración y estigmatización de toda aquella conducta, relación, identidad o comunidad de personas que sea diferente a la sociedad heterosexual.[9] El heterosexismo sería sinónimo de heteronormalidad o heteronormalización, pues todas implican una creencia de superioridad de la orientación heterosexual frente al resto de orientaciones sexuales.[10] Para plasmar la violencia ejercida a otras orientaciones sexuales, diferentes personas han grabado cortometrajes de temática LGTB dándole la vuelta a la realidad social actual donde lo normal fuese la homosexualidad y lo perseguido la heterosexualidad[11], cortometrajes donde directamente muestran el peligro real en la sociedad actual de estas actitudes, y hasta idealizaciones donde conviven perfectamente todas las orientaciones sexuales para finalmente contrastarlo con imágenes de la realidad.

Adentrándonos ahora en la homosexualidad, debe ser definida como la atracción de tipo sexual hacia personas del mismo sexo. Es por esto que la pregunta que se me plantea es si también se considera homosexualidad la atracción hacia personas del mismo género, duda que no contemplo resuelta ni en artículos o trabajos de investigación, ni en páginas de grupos LGTB y mucho menos en Internet. Sin embargo, personalmente yo opino que se ajustaría este término únicamente al sexo, puesto que se podría dar el caso de que en una pareja homosexual una de las personas es de género fluido y, por tanto, seguiría siendo una pareja homosexual. De lo contrario, serían pareja de difícil determinación por la condición de género de una de las personas.

El siguiente término sería la bisexualidad, que consistiría en la atracción de tipo sexual hacia personas de ambos sexos, según definiciones convencionales. Volvería yo aquí a tener la misma duda de antes, si se centra sólo en el sexo y por tanto en los sexos binarios o si se podría aplicar también en géneros, porque si se aplica en géneros debería aclarar cada persona de manera individual por qué dos géneros (de entre los binarios y no binarios) se siente atraído. Encontraríamos por tanto serios problemas para tomar una definición clara de este término. Sin embargo, al mirar en la plataforma AVEN, se nos ofrece la siguiente definición: “Atracción sexual hacia personas de sexo y género femenino y de sexo y género masculino, ambos cisgénero.”[12] Esta definición sería demasiado criticable, puesto que en la relación bisexual el género de la persona no tiene por qué ser influyente, dando a mostrar aquí a los bisexuales como puros discriminadores. Además, aunque en cierta forma se podría entender que aclara qué géneros son los tenidos en cuenta en la bisexualidad, se me plantea un problema con los intersexuales, pues presentan ambos sexos y no uno de manera total. También cabe precisar que la atracción por ambos sexos no tiene por qué darse en una proporcionalidad perfecta (50% y 50%) para que la persona sea considerada bisexual, sino que es indiferente el grado de atracción por cada tipo hacia el que la sienta (puede ser 20% y 80%; 45% y 55%,…).

Pasando ahora a la pansexualidad, vendría a definirse como la atracción sexual hacia cualquier género y sexo. Es decir, que el género y sexo para estas personas es indiferente para poder sentir una atracción sexual. Suele pensarse que la bisexualidad y la pansexualidad son lo mismo, pero si atendemos a que en la bisexualidad sólo hay cabida para dos tipos, la pansexualidad sería entonces más amplia. Pero no por ello los bisexuales deben tener alguna fobia o ejercer alguna discriminación hacia el resto de sexos y géneros, puesto que si entendemos esto, los heterosexuales y homosexuales serían más fóbicos que los bisexuales pero sin embargo están felizmente aceptados y valorados. Los bisexuales también son considerados omnisexuales.

En cuanto a la demisexualidad, se entiende por tal la atracción sexual hacia personas con las que se ha creado un vínculo afectivo fuerte, como en la amistad. De esta sexualidad se podría entender que la atracción sexual empieza a nacer a partir del momento que empieza a crearse un vínculo afectivo, pero sin embargo también entran en juego las preferencias sexuales por género y sexo, no por la simple existencia de dicho vínculo afectivo ya se tiene esa atracción sexual.

Pasando a la reciprosexualidad, hace referencia a la atracción sexual hacia personas de las que se tiene el conocimiento de que sienten atracción sexual hacia el primero. Pero esto no es lo único necesario, pues dándose A no se da B necesariamente, puesto que vuelven a entrar en juego las preferencias sexuales del reciprosexual.

La antrosexualidad vendría a ser un término que recogería a todas aquellas personas las cuales desconocen cuál es su orientación sexual. A pesar de ello, pueden tener relaciones amorosas con otras personas siendo indiferente el género o el sexo.

Finalmente, de entre las orientaciones que definiré (puesto que en esta categoría se pueden incluir numerosas orientaciones más), encontramos la asexualidad. Esta orientación implica la ausencia de atracción sexual. Sin embargo, sí que pueden sentir una atracción romántica y que puede dirigirse hacia cualquier sexo o género[13]. Sin embargo, cabe destacar que entre los asexuales hay quienes pueden tolerar relaciones sexuales a pesar de tener ausente esa atracción sexual. Esto es porque aunque no tienen atracción sexual, sí que tienen apetito sexual. Esto, para las parejas de las personas asexuales (que no son asexuales) puede llevarles a cierto agobio. Entre los asexuales, acordaron una clasificación[14] por letras, de manera que los asexuales de tipo A serían los que son capaces de tener apetito sexual, pero no tienen atracción romántica; los de tipo B serían lo opuesto, apetito sexual no tendrían, pero sí atracción romántica; los de tipo C tienen ambos; finalmente los de tipo D no tienen ni apetito sexual ni atracción romántica. La asexualidad ha sido, durante mucho más tiempo que la homosexualidad, una orientación discriminada, incluso por colectivos LGTB, ante la difícil comprensión de la incapacidad de sentir atracción sexual por una persona. Han sido objeto de numerosas burlas e insultos por ello mismo, puesto que la mayor parte de la sociedad asocia el apetito sexual con la atracción sexual.

Me veo en la obligación de expresar mi desacuerdo con muchos colectivos LGTB que sólo definen, entre sus documentos, lo que son la heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad y, muy pocos grupos, la asexualidad. No llegan a adentrarse en subcategorías o categorías diferentes a alguna de estas cuatro mencionadas, de manera que tampoco se podría afirmar que realicen una buena labor de visibilizarían de diferentes y nuevas orientaciones sexuales. Casi parecería que algunos son grupos elitistas (en el sentido de que sólo se aceptan las orientaciones mayoritarias o más aceptadas dentro de la sociedad) con dificultad para aceptar nuevos términos.

Quiero también destacar que algunos periódicos fardan de cumplir con la labor de visibilizar colectivos de orientaciones menos reconocidas, sin embargo en su mayor parte lo hacen con un todo de burla o satírico incluyendo orientaciones que se inventan logrando con ello un mayor rechazo por parte de la sociedad hacia las personas de diferente orientación sexual por “llegar a extremos tan estúpidos e incoherentes”. Así, podemos encontrar la “sapiosexualidad” definiéndose como la atracción sexual hacia personas con un cociente intelectual más elevado que la velocidad máxima permitida en autovías y la “lumbersexualidad”, es decir, atracción sexual hacia personas con apariencia de leñador (la típica de las películas americanas del hombre fornido, con barba, camisa de cuadros y peludo)[15].

Ahora, por necesidad de entender mejor la clasificación anterior, considero imprescindible entrar ahora en el terreno de la identidad de género, que ha sido una cuestión muy relacionada a los roles de género. Electra González nos aporta la siguiente definición de identidad de género: “Es el reconocimiento internalizado de uno mismo de que se es hombre o mujer”[16]. Sin embargo, muestra diferencia con la definición que aporta de rol de género: “Es la expresión conductual de masculinidad o femineidad. Puede variar entre cultura y cultura”[17]. La diferencia entre ambos conceptos aquí se podría contemplar en que para la identidad de género se hace referencia a factores internos, mientras que en para el rol de género, se centra más en la exteriorización de la identidad de género mediante conductas. Sin embargo, en estas definiciones se está realizando una clara exclusión de los géneros no binarios. Mirando otras definiciones de identidad de género, volvemos a encontrar este problema: “La identidad de género es la autoclasificación como hombre o mujer sobre la base de lo que culturalmente se entiende por hombre o mujer. Es el conjunto de sentimientos y pensamientos que tiene una persona en cuanto miembro de una categoría de género”[18]. Y es que resulta que la identidad de género es algo demasiado personal, algo que sólo uno mismo debería ser capaz de determinarla, pero hay que plantearse qué ocurre con las personas que no se sientan ni hombre ni mujer.

¿Por no ubicarse en ninguno de los géneros binarios ya tiene un trastorno? ¿Es sólo una tontería de la persona o que reprime su verdadero género binario? Obviamente no, existen los géneros no binarios, que se entienden como cualquier otra que no sea la cisgénero, es decir, la que se corresponde con alguno de los géneros binarios de masculino y femenino. A veces esto de género no binario se llama también genderqueer, pero no debe confundirse con el término Queer, pues este último término recoge todas las minorías de orientaciones sexuales no clasificadas en las mencionadas más arriba. Tristemente, debo decir que la definición de la Wikipedia sería una de las definiciones sobre la identidad de género más correctas de entre los documentos manejados para la realización de este ensayo. Describiría este término como la percepción que cada uno tiene de sí en relación al sentimiento relacionado con el género sin tener en consideración factores físicos o biológicos[19]. Pasando ahora a la clasificación de las diferentes identidades de género, destacaré sólo una pequeña cantidad de ellas por el mismo motivo que en las orientaciones sexuales, no extenderme más de lo necesario para dejar claro la diversidad de la que se compone este término.

Al igual que sucedió con la heterosexualidad, que fue definida en primer lugar por haber sido lo más socialmente aceptado, lo primero que será definido aquí será la identidad cisgénero, que se interpreta como la identidad de la persona con el mismo género que el sexo biológico. Es decir, que ante unos genitales de mujer, la identidad de género sería femenina mientras que si son de hombre, la identidad de género sería masculina. También se ha llegado a apreciar una cisnormatividad por la que personas se han visto presionadas socialmente a tener que aceptar su género biológico como su identidad de género a pesar de que internamente no se sentían así, porque como dije antes, el género es una cuestión muy personal; solamente yo puedo saber cómo me siento y por eso solamente yo puedo definir mi propio género.

Pasamos ahora con la identidad transgénero, que es como una categoría paraguas en la que se pueden recoger todas aquellas personas que no se identifican con el género asignado al nacer. Se suele decir que estas personas padecen disforia de género, pero utilizar la palabra “padece” crea la sensación de que estas personas tienen una patología que debe ser curada. Los transgéneros han luchado arduamente por eliminar esas apreciaciones, puesto que no tienen ninguna enfermedad y lo que sienten es más normal de lo que la sociedad a veces piensa, pues al resultar complicado entender ciertas ideas o conceptos, parece una solución fácil catalogarlo como enfermedad o falacia creada para influenciar negativamente.

Podemos encontrar también otras identidades de género ya definidas, como en el caso del género neutro, que no debe confundirse con la identidad agénero. La primera haría referencia al sentimiento de tener un género, pero que éste no fuese ni masculino ni femenino, es decir, que no fuese binario. Sin embargo, el agénero es el que no se siente identificado con ninguna identidad de género, pues entiende que directamente no tiene género. Estaría, por tanto, fuera de esta clasificación.

Por otro lado encontramos a los intergénero, que estos sí que sienten tener un solo género, pero que se situaría entre los dos géneros binarios. Es una identidad que se emplea mayormente sólo para intersexuales, por su condición biológica, de manera que el resto quedarían excluidos.

Otras tres identidades que pueden tener conflicto entre ellas son la de género fluido, bigénero y poligénero. El género fluido se refiere a la persona cuyo género fluye entre dos o más géneros, binarios o no, siguiendo de lo normal unos patrones o alternándose por factores concretos. Sin embargo, el bigénero se siente de dos géneros a la vez, que no tienen por qué ser binarios, aunque también se puede entender que se sienta de dos géneros de forma alterna, pero no por las causas del género fluido. Finalmente, el poligénero se correspondería con la persona que se identifica con más de dos identidades en el espectro de identidades de género.

También quería resaltar dos identidades que no deberían emplearse, puesto que en verdad son apropiación de otras culturas dotando a los términos de significados diferentes. Son el de pangénero y el de tercer género. Pangénero, como se puede deducir, haría referencia a la persona que incluye en sí misma todos los géneros del espectro, de manera indiferente, pero el término de origen no se corresponde con esta definición aquí aportada, que es como la sociedad occidental así lo entiende. Tercer género se dice de la persona que siente que su género es otro del asignado al nacer. Vendría por tanto a significar lo mismo que transgénero, pero lo cierto es que este término de tercer género proviene de otras culturas en las que hay personas que se sienten de un género pero se muestran preocupadas por exteriorizar en su imagen, comportamiento y carácter que son del género opuesto.

Tristemente debo decir que las asociaciones LGTB que he consultado no disponen de ninguna información sobre la identidad de género. Casi no extrañaría si tenemos en cuenta que sólo aprecian la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad, limitándose demasiado en el espectro sexual. Casi parecerían grupos elitistas (en el sentido de que sólo miran por el bien de las orientaciones más normalizadas y visibilizadas) que aportan la información que les interesa. Quizá haya alguna asociación que contemple más orientaciones sexuales y explique la identidad de género, pero yo por desgracia no he tenido tal suerte.

Adentrándonos ahora en el término de la orientación romántica, que es relativamente nuevo (como de hace cinco años o cosa así), se debe decir de él que nació por iniciativa de los asexuales, por la necesidad de diferenciar la atracción sexual de la atracción sentimental y así dar a entender mejor su orientación. Esta diferenciación la considero positiva, más allá de porque aclare la asexualidad, porque también permite entender la posibilidad de las personas de poder mantener relaciones sexuales sin atracción sentimental, pero sí por atracción sexual. Es bien sabido que esto sucede en la sociedad, sobre todo en la juventud, pero sin diferenciar estos términos que aquí se vienen a explicar. El término de orientación romántica se definiría, por tanto, como la atracción de tipo sentimental hacia otra persona con posibilidad de mantener una relación sentimental o llegar a enamorarse. Y como en los anteriores términos, en la orientación romántica también encontramos una clasificación por orientaciones.

La primera, por mantener la costumbre y modelo de los anteriores conceptos, será la heterorromántica. Es la orientación sexual que implica una atracción sentimental y posibilidad de enamorarse de una persona de diferente sexo. Nuevamente se me podría plantear la duda de si solamente haría referencia al sexo o al género, pero personalmente considero que estos términos en su momento estaban orientados principalmente a los sexos, y que intentar incluir en sus definiciones el género implicaría un replanteamiento de la definición.

El homorromanticismo se correspondería con la atracción de tipo sentimental hacia una persona del mismo sexo con posibilidad de un enamoramiento. Nuevamente me gustaría aclarar que este término también sólo contempla el sexo y no el género; serán otros términos, más modernos que estos, los que empezarán a incluir el género en sus definiciones sin crear complicación para su concreción.

Nos encontraríamos también el birromanticismo, que como parece obvio, sería la atracción sentimental que surge en una persona hacia cualquiera de los sexos binarios. Aquí sí cabría plantearse si el género tendría cabida, pero es una cuestión que considero debe aclarar cada persona de manera individual y personal.

En cuanto a las personas panrománticas, debemos aclarar que esa atracción sentimental se podría dar hacia cualquier persona del espectro sexual. Se suele decir que la diferencia entre el panromanticismo y el birromanticismo es que los segundos sólo se centran en los géneros binarios, pero yo considero que eso depende de la persona y que cada uno debería ser quien determinara sus propios gustos, viendo dónde se adecuarían mejor.

Finalmente encontramos el arromanticismo, que como podemos suponer, representa las personas que no llegan a sentir esta atracción romántica hacia ninguna persona, pero también se pueden incluir las personas que no quieren tampoco sentir esta atracción. Dentro de esta categoría se podrían encontrar también subcategorías de las que sólo quiero destacar una que considero bastante llamativa, como es la orientación “litho-romántica”. Esta orientación se refiere a las personas que sienten una atracción romántica hacia una persona, pero cuando dicha atracción se vuelve recíproca, la atracción del primero termina y puede llegar a resultarle angustioso el hecho de atraer románticamente a otra persona.

Qué decir de las asociaciones LGTB sobre la participación en estos términos. Si no encontramos nada en ellas sobre la identidad de género, de la orientación romántica creo que no hace falta decir que no hay tampoco nada. Vuelvo a aclarar que en las asociaciones que yo he consultado, porque quizá alguien puede encontrar por suerte alguna que las considere. Y estos hablando de asociaciones, de esas instituciones que recoge la ley como grupos de personas con unos estatutos, una carta fundacional y unos intereses comunes. Aclaro, porque lo que sí es posible encontrar son grupos de gente actuando de manera independiente a estas asociaciones, que se encargan de formarse entre ellos, debatir y discutir términos que luego llegan a la sociedad. Sería entonces la sociedad quien creara y promoviera la utilización y visibilización de términos y minorías, no asociaciones LGTB. Y la verdad es que yo tuve una “mala” experiencia con dos asociaciones, puesto que por principio de octubre me puse en contacto con ellas por correo y no me contestaron. Y tampoco espero recibir respuesta, y eso que sólo pedía información sobre su funcionamiento y actividades, pero si pensamos en las personas que necesitan encontrar un sitio donde sentirse aceptados, que quieren participar en visibilizar lo que son, que tienen energía y ánimo para realizar lo que haga falta con tal de lograr unos objetivos para ellos positivos… Resulta enormemente desalentador.

Pasando a un análisis de las entrevistas, cabe decir que la mayoría (jóvenes principalmente de entre 18 y 25 años) desconocía lo que es la orientación romántica, pero algunos eran capaces de aproximarse a lo que realmente es. Pocos admitieron no tener conocimiento de ello. Después, es lógico que no supieran cómo clasificarse dentro de este término. En cuanto a la identidad de género, aunque la mayoría lo tenía claro y la definición era aproximada a la esperada, al tener que clasificarse no acertaban tampoco con el término correcto, a pesar de que sabían a lo que querían referirse y definían bien el término que desconocían de entre la clasificación.

En cuanto a la consideración de la sexualidad como tema de conversación en la sociedad, mucha gente ha considerado que es un tema tabú. Sin embargo, debo admitir que depende del círculo en el que nos encontremos y la relación con las personas cercanas. Esto se debe a que la sexualidad puede ser un tema muy íntimo y personal para algunas personas, porque cada uno vive su sexualidad a su manera. Y al igual que en algunos círculos de amistades no se habla de política o religión por ser temas complicados de tratar o que pueda molestar a alguno, con la sexualidad pasa exactamente lo mismo. Cuento diferente es cuando se trata en televisión, pues de lo normal se suele tratar desde un enfoque donde se hable con normalidad, tratando mantener un tono neutro y evitando temas delicados, pero los telespectadores pueden sentir cierto rechazo decidiendo tanto o cambiar de cadena o evadirse. Estas actitudes las encontramos sobre todo en personas mayores, que o consideran la sexualidad algo muy íntimo o por la educación que han recibido consideran indecoroso hablar de ello.

Por otro lado, todos por un motivo u otro consideraban positiva una enseñanza sobre sexualidad a la sociedad. Lo mejor para la realización de esta idea sería ofrecer una educación gratuita, para que la gente no muestre rechazo ante esa educación aunque pueda tener un coste simbólico. En segundo lugar, debería estar adaptada para diversas edades, de manera que a los infantes se les educara primero en valores como el respeto o la tolerancia, y que se les mostrara diversos modelos de familia, tanto heteroparental como homoparental, para que comprendan la normalidad de ambos tipos. De esta forma, avanzando en edades, ir introduciendo diversos términos, clasificaciones, ejemplos,… Pero siempre atendiendo a la correspondiente madurez de las edades y respetando esa opcionalidad, puesto que al igual que con la religión, pueden haber padres que no quieran educar a sus hijos en esos valores.

Finalmente, me gustaría a mí también responder a una pregunta de la entrevista, como es la de que si me parecen bien las categorías que forman el concepto de sexualidad. Personalmente, me considero un destructor del género, en el sentido de que yo defiendo negar toda categoría relacionada con la identidad de género y eliminar ese concepto. De esta manera, todos nos veríamos obligados a considerarnos del género humano, cayendo así en una igualdad de género inevitable. A su vez, con la caída del género, algunas orientaciones sexuales y románticas que se basan en el género deberían ser replanteadas, pero como terminaría en un trabajo inútil por la imposibilidad ante la negación del género, ambos conceptos tenderían a caer (ya que la homosexualidad y la heterosexualidad se podrían intentar conceptualizar con el género en vez de con el sexo y demostrar así la inutilidad también de ambos conceptos). Una vez derribadas estas limitaciones como son las categorías (porque no dejan de ser etiquetas, a pesar de que ayuden a las personas a sentirse identificadas con una realidad y ver que no están solos en el mundo), se tendería a un amor hacia las personas, ya que basar el amor en cuanto al sexo se podría considerar una cosificación de la persona y un enamoramiento hacia los genitales, más que hacia la persona en sí, por lo que podría resultar insultante. Lo importante sería centrarse en que el amor es libre, lo que se ama y lo que produce atracción sexual son las personas, pero no generalidades de personas, sino personas concretas independientemente de qué o cómo sean. Debería individualizarse el amor, porque aunque una persona ahora mismo diga que es heterosexual u homosexual, no le atraen todas las personas que su orientación determina, sino determinadas personas dentro de sus gustos personales que, casualmente, coinciden con lo que la sociedad ha querido entender por heterosexualidad u homosexualidad.



Dicho esto, sólo queda decir que las asociaciones LGTB parecen haber perdido el entusiasmo que una vez tuvieron. Actualmente la mejor forma de encontrar un lugar donde ubicarse, conocer gente de diversas orientaciones sexuales, debatir sobre sexualidad y educarse en ello, es formando grupos independientes de estas asociaciones LGTB. Gracias a estos grupos tenemos ahora más desarrollados estos términos que se han ido exponiendo, sin embargo no podemos olvidar que son construcciones sociales y no por ello deben ser consideradas definiciones perfectas.

Todavía le queda mucho a la sociedad por recorrer en el campo de la sexualidad, sobre todo en cuanto a la normalización de otras orientaciones sexuales, pues a día de hoy podemos seguir encontrándonos con actitudes discriminadoras, insultantes o incluso ofensivas. Varios ejemplos de ello son tanto los comentarios en el enlace que adjunté al cortometraje, donde hay gente que dice alegrarse de no ser homosexual o alegar que otras sexualidades sólo fomentan la heterofobia, hasta incluso diversas manifestaciones de odio por redes sociales como en Twitter, donde durante los Juegos Olímpicos de Río se llegó a utilizar el hashtag #GaysNoMerecenMedallas.



[1] Michel Foucault, The History of Sexuality, I. An Introduction, trad. Robert Hurley, Londres, Allen Lane, 1979. p. 105 [Cita y referencia extraída de Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos Ibérica. Pág. 27. 1998. Es un libro muy interesante, recomiendo su lectura.]
[2] Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos Ibérica. Pág. 28. 1998.
[3] Weeks, Jeffrey. Sexualidad. Paidos Ibérica. Pág. 30. 1998.
[4] Extraído de la página web de la RAE. Enlace: http://dle.rae.es/?id=XlsxvTJ
[6] González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para la atención de adolescentes. REV SOGIA. Núm. 11. Pág. 71. 2004.
[7] Mujika Lores, Inmaculada y Ureta Basañez, Ana. Orientación sexual: Guía para jóvenes. Aldarte. Bilbao. Pág. 3. 2007.
[8] Definición extraída de AVENwiki, ofreciendo para consultarlo en el siguiente enlace: http://es.asexuality.org/wiki/index.php?title=Orientaci%C3%B3n_sexual
[9] Ortiz-Hernández, Luis. La opresión de minorías sexuales desde la inequidad de género. Revista Mexicana de Sociología. Pág. 167. 2003.
[10] Gallardo Linares, Francisco J. y Escolano López, Víctor M. Informe Diversidad Afectivo-Sexual en la Formación de Docentes. Evaluación de Contenidos LGTB en la Facultad de C.C.E.E. de Málaga. Málaga: CEDMA. Pág. 22. 2009.
[11] Cortometraje Love is All You Need?, de Wingspan Pictures, escrito por Kim Rocco Shields y David Tillman. [Para visualizarlo, adjunto enlace a YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=f9jIC0MFNtM]
[12] Definición extraída de AVENwiki, ofreciendo para consultarlo en el siguiente enlace: http://es.asexuality.org/wiki/index.php?title=Orientaci%C3%B3n_sexual
[13] Lugones Botell, Miguel y Ramírez Bermúdez, Marieta. Asexualidad: la cuarta dimensión sexual. Revista Cubana de Medicina General Integra. Núm.31. Pág. 250. 2015.
[14] Lugones Botell, Miguel y Ramírez Bermúdez, Marieta. Asexualidad: la cuarta dimensión sexual. Revista Cubana de Medicina General Integra. Núm.31. Pág. 251. 2015.
[15] Otero, Miqui. “Demisexual”, “sapiosexual”… Cómo Internet ha liberado la sexualidad. El País. 15 de diciembre de 2014. Enlace: http://elpais.com/elpais/2014/12/11/icon/1418297678_391585.html
[16] González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para la atención de adolescentes. REV SOGIA. Núm. 11. Pág. 70. 2004.
[17] González, Electra, Martínez, Vania, Leyton, Carolina y Bardi, Alberto. Orientación sexual: Un desafío actual para la atención de adolescentes. REV SOGIA. Núm. 11. Pág. 71. 2004.
[18] García-Levia, Patricia. Identidad de género: Modelos explicativos. Escritos de Psicología. Núm. 7. Pág. 73. 2005.
[19] Definición reinterpretada de la Wikipedia, extraída de este enlace: https://es.wikipedia.org/wiki/Identidad_de_g%C3%A9nero#Identidades_de_g.C3.A9nero

domingo, 21 de agosto de 2016

Uno de mis breves textos.


Corro. Lo más rápido que me permiten estas piernas atrofiadas, cansadas y maltratadas, estas piernas que crujen a cada paso que retrocedo. ¿Retrocedo? Eso creo. Huir nunca fue caminar hacia delante, o al menos eso se encargaron de decirme constantemente. Demasiadas normas morales introdujeron en mi limitada cabeza, demasiadas verdades absolutas e innegables que debía aceptar sin posibilidad de ponerlas en duda. Me empieza a doler la cabeza y las piernas no me aguantan. Quizá tropiece o, si tengo suerte, libere adrenalina y deje de sentir estas malditas piernas que quedaron tan destrozadas, pero al menos podría continuar corriendo.

Seguramente nadie sepa el motivo de mi carrera, pero tampoco esperaba que se enteraran de que abandoné todo, simplemente pretendía huir de todo aquello. Ahora me encuentro con una de esas verdades absolutas que incrustaron en mi mente: “no se puede huir del pasado”. El problema es que en mi rebeldía quise ponerlo en duda y me encuentro ahora en esta situación. Ahora no puedo parar de correr porque me vería consumido por todo lo sucedido, pero si sigo corriendo quizá me destroce a mí mismo por un intento de liberarme de todo aquello y no logre lo que pretendo.

¡Mierda! Un dolor punzante en la cabeza que se repite constantemente me impide seguir concentrado para no caerme. Un esfuerzo más, puedo hacerlo. Puedo conseguir dejar todo aquello atrás, tantos días de lágrimas, soportar gritos, mostrarme indiferente para intentar ser invisible ante los ojos de los demás,… No, definitivamente no es una cuestión de poder, es una cuestión de deber. El problema es que las etiquetas que cargo a la espalda también son pesadas. “El empollón”, “el enchufado”, “el favorito”, “el consentido”, “el raro”, “el mal hijo”, “el antisocial”, “el maricón”, “el borde”, “el manipulador” y muchas, muchas más etiquetas. No sabría distinguir entre las que pueden ser ciertas y las que no, entraron en mi cabeza junto a la doctrina que se encargaron que recibiera.

Oigo voces. ¿Me estarán buscando? ¿Estarán preocupados por mí o querrán que vuelva para no alterar su mundo? Seguramente si vuelvo sería un egoísta por haberme ido sin pensar en lo que supondría para ellos, porque descolocaría su mundo. A fin de cuentas yo nunca tuve alas para poder volar del nido, en su lugar crecí con cadenas y atado a la realidad que otros diseñan. Siempre guiado por amenazas escondidas en condicionantes para obedecer a sus pretensiones. Se olvidaban de que yo también tenía sentimientos, pero supieron recordarme que yo hería los suyos con mi lengua afilada con mentiras. No sé hasta qué punto es verdad todo lo que me dijeron, ni siquiera sé si hice bien en escapar del pasado. Tenía la necesidad, o quizá el deber, de hacer por primera vez lo que realmente me haría feliz.

El suelo es cálido. Las hojas secas pudieron amortiguar mi caída y tapar, con su propio crujir típico de las hojas de otoño, el sonido que produjeron mis piernas al rendirse. Lloran. Tiemblan. Me piden perdón, las oigo. Sienten no poder alejarme más de aquel lugar. Tranquilas, no sufráis más, habéis hecho lo que pudisteis. Yo os ordené, desde el egoísmo tan grande que comentan que poseo, que corrierais lo más rápido que pudieseis a sabiendas de vuestro ya mal estado. Obedecisteis ciegamente, sin haberos prometido nada a cambio. Eso me recuerda a mí, soportando todo aquello mientras bajaba la cabeza, aceptaba lo que venía sobre mí para evitar un mal mayor, reía las perversidades de algunos con tal de no ser yo la víctima e incluso sonreía cuando más me consumía la ira o la tristeza. Nadie me prometía nada a cambio de lo que hacía, pero era consciente de que abandonar mi papel en aquella obra llamada vida implicaba caer más bajo de donde estoy ahora.

Las voces se alejan y el dolor de mi cabeza les acompaña. Qué ironía, parece que solo y en medio de la nada puedo encontrar más paz y tranquilidad. Y para mi sorpresa, incluso más calor. Las hojas que me rodean parecen simular uno de aquellos abrazos que tanto deseé y nunca tuve. Algo tan cálido aportado por algo que ya está muerto. Puede que sea una llamada del más allá, a lo mejor alguien de verdad me quiere desde aquel otro lugar. Para mí dijeron que sería el infierno, por los actos tal malvados y la moral tan corrompía que escondía en mi ser. Que tras esta apariencia angelical yo era el mismísimo diablo, pues no podía amar y sólo sabía manejar hilos de palabras melosas que encandilan a la gente.

Ahora, en este estado tan deplorable y quedando abandonado de lo que fuera que me perseguía, me atreveré a poner en duda a la persona que decían que yo era. Pues creo haber podido amar, pero no recibir ese amor de vuelta y por tanto crear una fuga en mi corazón. Creo haberme esforzado por quienes se hacían llamar mis amigos, pero no ver que sólo alimentaba una relación de parasitismo donde yo era el alimento. Creo haberme mostrado a disposición de todo el que necesitara de mí, pero haber sido malinterpretado por las etiquetas que vestía.

Un extraño sentimiento recorre mi cuerpo desde los dedos de los pies, los cuales los daba por perdidos, hasta los últimos pelos de la cabeza. Un hormigueo conductor de vida atravesando mi ser para quitarme tan pesada carga que cualquiera llamaría remordimiento. ¿Esto es lo que se siente al huir del pasado? ¿Es una victoria o me ha concedido un descanso? En cualquier caso, poco puedo hacer tumbado en medio de la nada. Se acercará mi fin, la última parada de este viaje llamado vida. Pero no me rindo, compraré un nuevo billete cada vez que termine mutilado y abandonado en medio de la nada. No voy a terminar así, lograré que se me recuerde por romper aquellas verdades que parecían tan absolutas. Lo conseguiré tal y como ahora he podido superar el pasado. Pero irremediablemente tendrá que ser en un nuevo tren. En una nueva vida…

domingo, 7 de agosto de 2016

Series de la infancia

Pues llegó el momento de hablar de las series de la infancia. Sé que he tardado demasiado, no he tenido mis mejores días ni me acordaba de todas las series como me gustaba haber traído. Aun así creo que se ha quedado en una larga lista. No voy a hacer grandes explicaciones de las series, así que casi va a ser una serie de imágenes. "Entonces vaya artículo más pobre", pensará alguno. Bueno, me he estrujado los sesos para intentar recordar las series que veía cuando era pequeño (como hasta los 12 años, puede que me haya limitado, porque he visto demasiada televisión hasta hace unos años).

¡¡Así que sin más dilación, va a comenzar el listado de series de mi infancia!!

En primer lugar tenemos Agallas, el perro cobarde. Estos dibujos llegaban a alcanzar cierto terror en algunos capítulos, aun así eran entretenidos y sobre todo curiosos. Algunos "malos" eran extraños (como el pie que le crece a Eustaquio, creo que era), pero con lo que me quedaré de esta serie es la pasión de Muriel por el vinagre, que incluso llegaba a poner vinagre en los dulces. Quizá de ella nació mi amor incondicional por el vinagre...


No puedo dejar de lado Animaniacs, una serie donde, aunque tres hermanos fueran los protagonistas, habían otros más personajes que le daban una gran diversidad de formas de humor a la serie. Recuerdo con mucho aprecio un capítulo donde la llama de una vela va contemplando la redacción de la Constitución Americana por uno de los padres fundadores. Fue una pequeña clase de historia dentro de unos dibujos de humor. ¿Quién dijo que con la televisión no se aprende?


Beyblade reconozco que es una serie de la que ya me acuerdo poco, pero mi memoria llega a recordar batallas de peonzas. Creo que se llegaron a vender peonzas con los Phoskitos y yo le pedía insistentemente a mi madre que los comprara para sentirme como un personaje de la serie.


Esta serie fue una de mis favoritas cuando era niño. Blue Water High, un grupo de amigos cuya pasión es el surf. Además competían, habían cazatalentos y cosas típicas de los clubs deportivos. No sabría decir si mi pasión por la serie era por ver el mar y el deporte, o algún buen cuerpo mojado...


Si podía existir una serie extraña donde pasan cosas aleatorias sin razón alguna, apareció BoBoBo. Una serie donde el protagonista va en contra de los cazadores de pelo y luchará contra ellos gracias a su cabello nasal. Encontramos otros personajes que luchan bien con pedos, un puerro, el poder de Babilonia o su propia gelatina. ¿Mi personaje favorito? Softon, sin lugar a dudas.


Aquí encontramos un grupo de amigos que, a través de luchar contra una inteligencia artificial en un mundo virtual, conseguían arreglar los problemas que les sucedían en el mundo real. No podría decirse que trataba de enseñar los peligros de la tecnología, porque la misma tecnología les permitía luchar contra ella. Lo mejor de la serie, sin duda, fue el cambio del traje de los personajes.


Código KND presentaba la típica lucha de niños contra adultos;  los niños querían seguir siendo niños y seguir disfrutando de tal condición y los adultos, envidiando la vida de los niños, querían que estos fueran adultos.


D.Gray-Man, una serie donde los exorcistas van acabando con los akumas. No llegué a ver muchos capítulos cuando era niño, porque la retransmitían muy tarde, pero cuando la volví a ver ya más mayor me trajo muchísimos buenos recuerdos.


Detective Conan nos presenta el caso de un adolescente detective que ha sido transformado en niño. Yo me flipaba cada vez que resolvía un caso, pues con el reloj lanzaba un dardo tranquilizante para dormir a alguien mientras que con la pajarita, que era un modulador de voz, adoptaba la voz de quien había dormido para hacerse pasar por él y anunciar el culpable.


Digimon no podía faltar en esta lista. Tiene los openings más famosos, desde mi humilde opinión. Cada serie era un mundo nuevo, pues iban cambiando ciertos aspectos, pero la esencia la seguía manteniendo. El compañerismo era una de las cosas más valoradas en esta serie, pues entre el niño y el digimon había un gran vínculo.


Doraemon me enseñó que si alguna vez tenía un problema, no recurriera a un robot del futuro para que me de un aparato, pues luego todo iba a ir a peor. Así que, si alguna vez os ocurre algo, arregladlo vosotros mismos. Aprenderéis y creceréis como personas.


Una de las mejores series de mi infancia. Sí señores, Dragones y Mazmorras. Lo que me da rabia es que parecía que nadie de mi generación la veía, sin embargo el opening mucha gente lo conocía. Cuando descubrí el rol de mesa, no pude evitar recordar esta serie. El guerrero cobarde y el mago torpe eran los personajes más graciosos.


El laboratorio de Dexter llegaba a hacerse repetitivo, porque muchos capítulos solían tener la misma trama. Sin embargo, pudimos llegar a verle las manos a la madre de Dexter, pues en algún capítulo se quitaba los guantes. Quizá un poco machista la serie, ahora que lo pienso...


Con qué nostalgia recuerdo yo ver Embrujadas con mi madre. Una serie donde tres mujeres eran las protagonistas y encargadas de salvar a la gente de seres malignos y oscuros. Enseñaba grandes valores, además de cierta cultura esotérica escondida con la trama. Ahora, quien más me gustaba era Piper, pues creo que tenía los mejores poderes.


La banda del patio tenía los mayores clichés que podáis imaginar. La alta empollona, el gordo sensiblón, el bajito con poca autoestima, el negro deportista, la macarra y el ´"líder". Este grupo de amigos era el protagonista en un patio bastante alocado, donde si entrara un psicólogo metería a más de uno en un psiquiátrico.


Con esta serie, La casa de los amigos imaginarios, lo único que conseguí fue desear tener más imaginación para tener un amigo imaginario chulo. Nunca lo conseguí, sin embargo me encantaba el nombre de Wilt, creado por un niño que resultaba ser una parodia de Michael Jordan. ¿Adivináis a quién de la imagen creó?


La familia Addams era otra de mis series favoritas. La canción del inicio, aunque sencilla, me encantaba. Y los mejores personajes, para mí, fueron Jueves, La cosa, y la mano. Cuánto echo de menos esta serie... 


De La pajarería de Transilvania no me acuerdo mucho, la verdad. Sin embargo sé que la veía con mi hermana cuando yo era muy pequeño. Por eso y porque me gustaba, se merece aparecer en esta lista.


Las macabras aventuras de Billy y Mandy te traían la vida de un niño estúpido, una niña realista e inteligente y una muerte esclava de este par de niños debido a que perdió una apuesta jugando contra ellos al limbo. Lo mejor era la variedad de monstruos que te mostraban, como el lobo feroz, la mujer de Frankenstein, el Coco,...


Otra serie donde las niñas vuelven a ser las heroínas que salvan a la sociedad. Las supernenas. Porque no se necesita ser hombre ni mayor para salvar a la gente. Quizá sí que para tu creación te viertan sustancia X, pero por lo demás...


Lizzie McGuire era la típica adolescente con típicos problemas, nada muy lejos de la realidad. Uno de los capítulos que más recuerdo es cuando jugaron una partida de rol en vivo en su casa, ambientado plan Cluedo. Creo que en ese capítulo su amigo quería confesarle que la quería, pero no estoy seguro... Un tanto cliché también.


Un grupo de bebés aventureros capaces de hacer cosas sorprendentes para la edad que tienen. Exacto, hablo de Los Rugrats. Tenía un juego para la Play 1 de ellos; tenía diversos minijuegos y uno de los mejores era el minigolf.


¿Alguien no ha visto esta serie? Marsupilami concienciaba de la importancia de la naturaleza y de tratar bien a los animales. Tenía su toque de humor, pero escondía valores profundos que no te das cuenta a menos que pares a analizarlo.


Una de las series más banales que quizá haya visto nunca. Megas tenía como protagonista a un hombre con sobrepeso amante de la comida basura y los videojuegos que, gracias a su coche acoplado a un robot, luchaba contra razas alienígenas a base de combos.


No podía faltar una serie donde una chica esté enamorada de un chaval y quiera conseguir su corazón. Pero para eso tenía la ayuda de Mirmo, el protagonista que daba nombre a la serie. Personas diminutas cuyos poderes emanaban de instrumentos se encargaban de ayudar a sus compañeros humanos. ¿Y sabéis lo más curioso? Personajes mitológicos también eran representados, como Eolo.


Seguro que alguien ha visto esta serie pero no se acuerda. Os daré una pista: Tienen que salvar a los monstruos de Mu. ¿Todavía no? El protagonista jugaba a la consola y los monstruos eran liberados de discos. Si aún no caéis en la cuenta, quizá la imagen de abajo os ayude. Monster Rancher, a fin de cuentas, era otra serie de monstruos donde tenían lugar varias peleas.


Ya van quedando pocas series, tranquilos. Pero ahora es el turno de Pepper Ann, otra serie que tampoco llego a recordar mucho. Aun así sé que me encantaba de pequeño y que el opening tenía buen ritmo. ¿Soy el único que la vio? Por favor, decidme que no, porque tampoco encuentro a nadie que la viera...


Con el furor que hay con su juego de teléfono, he estado retrasando su aparición en la lista. Pokemon era otra de las series a las que tengo un cariño especial y por eso he buscado una imagen de cuando la serie no tenía la mejor animación del mundo, para volver a los viejos tiempos. Sólo los que la vimos empezar sabemos de la enemistad inicial que hubo entre Ash y Pikachu que acabó con una amistad mucho más fuerte. ¿Cómo irá ahora la serie? La verdad es que no la veo desde pequeño, así que tampoco sé si ya ha conseguido las medallas de todos los gimnasios o quizá se ha casado antes.


Os traigo otra serie donde las chicas vuelven a ser las luchadoras, las salvadoras, las que luchan contra los malos que buscan causar el caos. ¿El fallo? Desde mi opinión, lo malo es que las pongan con unas pintas muy frágiles y delicadas, pero aun así mostraban dureza, entusiasmo y mucho esfuerzo. Si queremos pensar que no hubo series donde las chicas eran las guerreras, yo me atrevo a decir que eso era porque se consideraban "series de niñas", como ésta que os traigo aquí. (Ojalá se terminen los estereotipos y etiquetas que sólo dañan la sociedad...)


Y otra serie que sólo aporta humor. Shin Chan es ese niño estúpido capaz de sobrevivir, gracias a la estupidez que comentaba, a los mayores peligros. Si veis sus películas, no es normal que un niño de su edad se enfrente a tales enemigos sólo con su danza del culo. Pese a esto, debo reconocer que me enseñó una cosa: que el pimiento sabe muy mal.


Esta serie iba de un grupo de héroes adolescentes que luchaban contra diferentes villanos. Vamos, lo típico, pero tenía gracia. Es buen resumen de Teen Titans, a fin de cuentas. Creo que el más curioso de los personajes era Chico Bestia, que podía transformarse en cualquier tipo de animal, incluso prehistórico.


Xiaolin Showdown era una serie muy curiosa, pues buscaban recoger unos objetos con poderes para evitar que los villanos sumieran al mundo en la oscuridad. Es una serie que esconde la autosuperación y la confianza. Recomendada si aún no la habéis visto.


Por último una serie de un juego de cartas, Yu-Gi-Oh! Una frase muy repetida en esta serie era "confía en el espíritu de las cartas". Sucedían cosas muy asombrosas gracias a ese espíritu de las cartas, pues la aleatoriedad en verdad no existía, sino la voluntad del creador en girar la balanza a favor de uno de los dos competidores. El duelo que mejor recuerdo es el que juega Yu-Gi contra Pegasus. Así que si no habéis visto la serie y queréis un ejemplo bueno, recomiendo ese. Aunque también enseñaron otro juego con dados, como si se estuviera construyendo una mazmorra con ellos.



Y bueno, esto ha sido todo. Que aparezcan estas series no significan que fueran las única. Por ejemplo también veía Dragon Ball o Oliver y Benji, pero lo siento mucho, no me gustaban nada... Además puede que me haya dejado otras cuantas series, porque aunque haya intentado recordar, como habéis podido comprobar son demasiadas.

Si queréis, comentad qué otras series veíais vosotros en vuestra infancia, cuál esperabais encontrar o si tenéis alguna opinión de alguna que os he traído en este artículo. Espero que os haya gustado recordarlas tanto como a mí.